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LOS GOLES AMANSAN A LAS FIERAS

Se presentaba Tébar en Puertollano ante su afición como ese adolescente que está en la Universidad a punto de examinarse. Unos 4000 pares de ojos estaban puestos en el banquillo, y esos son muchos ojos.

No pintaban muy bien las cosas para Tébar durante los primeros 45 minutos, hasta el punto que los dueños de esos miles de ojos, empezaban a utilizar además de la vista, el oído debido a la música de viento que se podía escuchar en el estadio. Y es que el equipo no estaba jugando bien, estábamos en casa donde hasta ahora todo habían sido buenas noticias, y claro lo más fácil era acordarse del entrenador que hasta hace menos de dos semanas ocupaba ese puesto.

Y no se había portado mal la afición, que ha comprendido que Jacobo ya no está (aunque recibió muestras de apoyo y cariño en forma de pancartas) y que había que apoyar al nuevo inquilino del banquillo. Hizo mucho la victoria de la semana pasada en Lucena, que apaciguo mucho los ánimos, pero estaban comenzando a florecer de nuevo las malas intenciones.

Cuando el árbitro pitó el final de los primeros 45 minutos, vimos como algunos mostraban su desacuerdo mostrando sus pañuelos blancos al palco. Fueron pocos la verdad, pero haberlos hailos, como las meigas.

Ya no había vitro cerámica donde freír al San Jacobo de turno (¿se acuerdan que un día les dije que ya se lo explicaría?) Una vitro cerámica que según jugara el equipo estaba a más o menos potencia para poner al técnico al fuego. Un juego de palabras, ni más ni menos, inventado por un grupo de buenos aficionados.

Pero empezó el segundo tiempo y en menos que canta un gallo, o mejor dicho, en lo que Juancho me servía una fanta de naranja, Tariq, el de siempre, ponía el 1-0 en el marcador.

A decir verdad, fui a comprar la fantita para mi compañero David, que me convenció diciéndome que en ese tiempo no iba a suceder nada interesante. ¡Adios Rappel! , y en esto que los silbidos se convirtieron en palmas y gritos de aliento, que fueron a más cuando Granada con una vaselina (y ya van dos) sentenciaba el partido con el segundo gol.

No hay nada mejor que los goles para amansar a las fieras, y hoy ha sido el mejor ejemplo, pero claro, la maquinita de los goles no va a funcionar siempre y entonces a lo mejor tenemos que relajar los ánimos jugando un poquito más al fútbol.

Es todavía pronto para enjuiciar la labor de Andrés Tébar, pero una cosa está clara y yo no voy a cambiar mi forma de pensar, soy un resultadita ¿Qué le vamos a hacer? Y de momento, dos partidos, dos victorias, 6 goles a favor y 2 en contra. El equipo sigue cuarto y algunos rivales se descuelgan. Mientras todo siga así, no habrá problema alguno, aunque juguemos como en la primera parte.

Decía Tébar en la rueda de prensa, que es al final del partido donde la afición tiene que mostrar su alegría o desacuerdo con el juego, porque en el descanso puede causar mella en los jugadores. Estoy de acuerdo a medias, porque esa mella puede causar efecto para bien. Los jugadores también tienen su orgullo, y eso de decir “A ver ahora a quien pitas…” también puede ocurrir, no sería la primera vez.

Estamos en el tren bueno y es lo que importa, con un Tariq inconmensurable que suma y sigue en busca de records y que además de marcarlos da centros medidos para que otros los marquen, con un Encinas que cada día que pasa me hace pensar, como un jugador puede cambiar tanto de una temporada a otra y con un Granada (por nombrar a los tres goleadores de hoy) que además de correr también sabe marcar (de hecho miren la tabla de goleadores).

Tan sólo una cosa para terminar. Chapeau para la afición del Granada que vino a Puertollano, una veintena de aficionados que tuvieron que soportar como un (si, uno sólo) energúmeno les cantaba ¡A tercera, a tercera! sin venir a cuento, y sin responder a sus provocaciones. A esa fiera no la calma ni los goles, ni la música, ni ná. La próxima vez lo mejor que podía hacer es quedarse en su casita, que es donde mejor está.

Como siempre, disfruten de la victoria.