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�Y ESTO COMO SE ARREGLA?

Cinco puntos en cinco partidos, ese es nuestro titular de nuestra portada de hoy. Las matemáticas no fallan, 42 más 5 son 47. Esos son los puntos necesarios para que el Puerto mantenga la categoría la temporada que viene, (¡Madre mía! Quien me iba a decir a mi que iba a estar escribiendo esto a estas alturas de temporada), quizás fueran menos, pero es que ya no me fío ni de mi sombra.

Hemos pasado la “etapa reina”, si es que se puede llamar así, porque todos hemos visto que el lobo no era tan fiero como lo pintaban (ni Cartagena, ni Águilas, ni hoy el Mérida se han mostrado como equipazos, y es que de esos hay bien poquitos a estas alturas), y hemos conseguido dos puntos. Menos da una piedra, pero en esta fase de la carrera, nosotros no necesitamos un mendrugo de pan, necesitamos un bocata entero a tope de jamón o de mortadela, lo de dentro daría igual. Llevamos dos meses pasando más hambre que los habitantes de la famosa isla de Telecinco.

Pero si esto nos asustaba, fíjense en lo que viene. Para empezar, partido clave, partido del siglo, partido importante, partido emblemático, me da igual como quieran llamarlo, pero desde la Final de la Copa Federación ante el Huesca o el partido del ascenso ante el Arcos (¡Qué lejos me queda ya eso!), el del próximo domingo es el partido en el que la Unión Deportiva Puertollano más se juega. Si, me da miedo decirlo, pero nos jugamos el descenso. Lo bueno: en las dos citas antes mencionadas salimos victoriosos.

Hay que ver como ha cambiado el cuento desde el mes de Febrero. Algunos cerraban los ojos ante la realidad, quizás porque les daba miedo ver lo evidente, pero lo que está claro es que estamos al borde del abismo, y los únicos que pueden arreglar esto son los propios jugadores y el cuerpo técnico, si es que pueden. A tres puntitos del play off, pero de la permanencia, y a cuatro del descenso directo. Esa es la cruel realidad de nuestro equipo. La cuenta sigue ampliándose, ya van diez jornadas sin ganar, y sí, lo repetimos todas las semanas, pero es que esto es un suma y sigue, y hay que decirlo. Aquel cuarto puesto que ocupamos estaba maldito. Puertollano y Betis empatados por un puesto de gloria, dos meses más tarde: 11º Betis B 45 puntos; 12º Puertollano 42 puntos. Será que el destino nos quiere juntos.

Vuelvo al partido del próximo domingo. Nos vista el Alcalá, quizás el equipo que menos me ha gustado de todos los que he visto, ¡y nos ganó 1-0 en su campo, que cosas!. Es el equipo que marca el límite del descenso: 38 puntos tienen los chicos. ¿Qué significa eso? Muy sencillo, que si ganamos, no son sólo tres puntos, son seis. Tres que sumamos nosotros más tres que no suman ellos. Con el Algeciras ya descendido, y con el Talavera con pie y tres cuartos en tercera, nos desprenderíamos de otro rival directo. Teniendo en cuenta que aún quedan duelos directos, como el Mazarrón-Lorca de la próxima semana, y que a los de Hierro les quedarían dos partidos más en casa (Jaén y Lucena), la cosa pasaría de negro a, por lo menos, gris clarito.

Así es como más o menos enderezaríamos el rumbo, pero todo esto son cuentas de la lechera. Lo malo, que de momento no veo al equipo como para ganar a nadie. Los jugadores no están, el entrenador tampoco (los cambios que hace últimamente son para hacérselo mirar o es que definitivamente yo no entiendo de esto, que oye, también puede ser), no sabemos aguantar un gol de ventaja, ni con diez (aunque deberíamos estar acostumbrados ya, que esa es otra) ni con once. No sabemos, o mejor, no podemos sobreponernos al mazazo de un gol en contra. Se nos lesionan jugadores continuamente, de los árbitros no voy a hablar, porque creo que aunque tendrán culpa de algo, diez jornadas sin ganar no se pueden achacar siempre al colegiado. ¡Algo se estará haciendo mal, vamos digo yo!.

Yo no soy de rezar mucho, será que ya recé lo suficiente estando trece años en el colegio Salesiano, pero me da que a partir de hoy vamos a tener que empezar a hacerlo.

Y cuando nos salvemos, que lo haremos, habrá que alegrarse, porque la afición de un equipo que lucha por salvarse y se salva se alegra, como nos hemos alegrado por el Juvenil de División de Honor, pero no increpa. Otra cosa es que por dentro nos coma la rabia, por creer en una Yamaha que acabó siendo un Vespino, pero es nuestro Vespino y hay que limpiarlo, cuidarlo y echarle gasolina para que corra. El aliento a estos jugadores rotos será la gasolina que haga falta para que, por lo menos, lleguemos enteros a la meta.

Ya habrá tiempo de pensar en otras carreras, aunque haya que cambiar de piloto.

El aficionado de la semana