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EL GAFE, LA PRESI�N, LOS RECUERDOS Y LA MEMORIA DE LOS PECES

Pim, pam, pum,… la revolución (como dicen los del fondo marcador). Tres goles, que pudieron ser seis o siete, si los jugadores del puerto hubiesen estado más acertados de cara a la portería contraria.

Por fin se acabó el gafe de los equipos murcianos. A la sexta fue la vencida y como no, tuvo que ser fuera del Sánchez Menor. La venganza dicen que es un plato que se sirve frío (y no me cabe la menor duda de que hoy era el día idóneo, porque tengo todavía los pies como dos polos de limón). Como decíamos, hoy los de Manolo Hierro le han devuelto al Mazarrón el gol que les dio la victoria en la primera vuelta, pero por partida triple. Primer plato: Andrés Ramos; Segundo: Manu Arias, y postre: Aitor Goñi. Tres zarpazos, pim, pam, pum, para acabar de una vez por todas con el gafe murciano.

No se cual es el motivo (bueno, creo que si lo se), pero el equipo cambia como de la noche al día, de jugar en el Sánchez Menor a no hacerlo. El estadio puertollanero, que fue el calvario de Sánchez de la Nieta, un partido si y otro también, es una olla a presión y no precisamente para el equipo rival, más bien para los jugadores que visten de azul, que ven como al primer traspiés, pasan de héroes a villanos, en menos que canta un gallo. No voy a enumerar jugadores ahora, pero no cuento con los dedos de una mano a quienes lo han sufrido en sus carnes durante las últimas 3 temporadas, en las que todo lo que no sea ganar y jugar como el Dream Team, no vale. Es una presión que fuera de casa, los jugadores no tienen, y eso se nota. Ellos no lo van a reconocer, es más, te dicen que juegan mejor con un campo lleno. Es verdad, en un campo con 9000 personas, como en Los Cármenes jugaron de maravilla, pero claro, no es lo mismo que te chille la afición visitante que la tuya propia, y fuera de casa los que se desplazan, van a animar y no a criticar. Esa es la clave.

Hoy en el campo ha habido un recuerdo para un futbolista que ya no pertenece a la plantilla de la UD. Puertollano, aunque siga entrenando con ellos. Se trata de Rubén García. Los compañeros saben por lo que está pasando, y más su amigo Manu Arias, que tras marcar el segundo lo ha celebrado llevándose las dos manos unidas a la cabeza en forma de cresta, la que caracteriza al mediocentro asturiano. Es curioso lo de Manu, es un buen central, y lo demostró al comienzo de la temporada, pero un bajón alarmante en su juego acabó con la paciencia de los aficionados y fue objetivo de críticas desmesuradas. Ahora ha recuperado su mejor nivel, hoy quizás ha podido ser el mejor del equipo, gol incluido, y de nuevo vuelve ser “Tarzán Manu”. Pero que poquita memoria tenemos. La de los peces. Ni antes era tan malo ni ahora es Fernando Hierro, por mucho que sea su hermano el que le esté entrenado, pero los jugadores pasan por altibajos que muchas veces la afición no sabe o no quiere entender.

La verdad es que generalmente en el mundo del fútbol existe poca memoria futbolística, y todo se basa en los resultados que se consigan, podríamos decir que tenemos la memoria de los peces, y me voy a despedir esta semana hablando de algo, que viene al pelo, y que llevo esperando escribir desde la semana pasada.
El protagonista de mi historia no es otro que Juli, el centrocampista madrileño de la Ud. Puertollano que llegó de la mano de De la Nieta la temporada pasada y fue uno de los pilares del equipo cuando las lesiones no se lo impidieron. Recuerdo una conversación con el ex entrenador de la UDP, el día que Juli visitó por primera vez Puertollano. Vestía la camiseta del Leganés y el Puerto estaba todavía en tercera. El partido era de Copa Federación y le pregunté a Pedro por el rubio con el que estaba hablando. “Un gran futbolista que ojala estuviera con nosotros, lo que pasa es que en tercera no va a jugar. A ver si ascendemos y nos lo traemos el año que viene”. Dicho y hecho, el equipo ascendió y Juli acabó jugando con los azules.

Juli era el referente del centro del campo de aquel equipo junto a Dupi, pero una lesión lo tuvo apartado del equipo hasta avanzada la segunda vuelta. Las frases que se oían eran las siguientes “Que mala suerte, ahora que habíamos encontrado un jugador interesante para el centro del campo”, “Ha pasado con Juli igual que con Valenciano el año pasado, cuando mejor está se ha tenido que lesionar” ,  “A ver si se recupera pronto, porque el equipo va a notar su ausencia”….puedo seguir si quieren.
Juli volvió y su estilo de juego venía de miedo para el sistema que empleaba Pedro Sánchez de la Nieta. Ahora el de Daimiel no está, pero si lo está el madrileño. Hierro juega con un estilo más ofensivo que su antecesor y Juli no entra demasiado en sus planes. ¿Es por eso Juli ahora mal jugador? No, ¿verdad?, entonces porqué nos empeñamos en lo contrario. Muchas veces confundimos el estado de forma de los jugadores con la calidad que tienen, puedan tener o hayan tenido y eso no es así. Reflexionemos.