POMAR DA LA VIDA AL PUERTO EN EL POSTRE
La UDP gana el partido merced a un gol del defensa en el minuto 94

 



 Un gol en el añadido bien vale noventa y cuatro minutos de tortura. Hemos vivido uno de esos partidos en los que el final nos ha enderezado un gesto que se iba torciendo a medida que pasaban los minutos. En este aspecto, el fútbol y el cine son antagónicos. En el séptimo arte, no es descabellado ver una buena película lastrada por un final absurdo y si es al contrario, petardazo con final feliz, tampoco nos llena de consuelo. En el fútbol eso es mágico. En diez segundos de gloria se nos acabaron todos los dolores. Saque de esquina provocado por Valdés. Que se originó porque Tariq, vagando en medio de la desesperación, controló un balón imposible para iniciar un contragolpe y después de rondar la portería visitante terminó en la esquina. Por aquel entonces, habían pasado cuatro minutos del tiempo reglamentario y el escenario era el adecuado para un final de telenovela. De esas que resuelven en el último episodio todas las tramas abiertas en los trescientos cuarenta anteriores. El propio Valdés sacó de esquina y por allí, pero lejos de la portería, apareció Pomar con la cabeza bien puesta y marcó un gol que vale mucho más que tres puntos. Y fue un golazo.

MAL PARTIDO DE AMBOS EQUIPOS

El empate a cero era  un premio demasiado generoso para ambos porque habrían conseguido sumar en un partido sancionable. Ahora bien, si el premio no podía quedar desierto es de ley que lo recibiera la UD Puertollano, que no jugó un pimiento pero tuvo la dignidad y la decencia de buscar la portería contraria a pesar de estar en inferioridad numérica buena parte de la segunda mitad. Se lo debían al público que había pasado por caja y por esta razón decidió sacar lo mejor en la adversidad. En Puertollano somos así. Inconformistas en los buenos momentos pero unidos en las dificultades. Pudo haber castigado a este Jaén de fútbol raquítico algo antes, cuando Raúl Fernández remató al larguero una falta sacada por Valdés casi en el centro del campo. Mejor para todos, menos para Raúl Fernández supongo. La victoria en el epílogo suele ser más sabrosa.

CALLEJA PARÓ EL POCO PELIGRO DEL REAL JAÉN

 Y por obligación, no por devoción, hablaremos del resto del partido. La UD Puertollano nos dejó diez minutos escasos de cierto gusto en el fútbol. A partir de ahí, la noche se tornó gris y el sofá de casa viendo el hormiguero o las matrimoniadas, según gustos, empezaba a parecer un buen plan. Había que aguantar porque bocadillos y viandas varias esperaban en el descanso y no está la cosa para ir tirando. Y también porque como dijo un sabio, en el fútbol no hay nada escrito. Estamos seguros que parió esta verdad tal día como hoy.

 Oportunidades y llegadas hubo algunas. Pudieron ser producto de la casualidad o del desconcierto. El Jaén venía con el diploma de equipo impenetrable y la defensa cumplió con su rol a medias. Bien plantada pero demasiado liviana en estrategia, como se demostró luego. Dani, el Zamora del grupo, pasó más dificultades en balones aéreos de las que se presuponían por su fama. Pomar pudo haber adelantado su día de gloria si hubiera acertado con un disparo en muy buena posición y con todo a su favor cuando se cumplía el minuto cinco, pero mandó el balón a las nubes. El Real Jaén también asustó a Calleja en jugadas aisladas. El susto mayor para el ex jienense fue el libre directo de Calderón que pegó en el larguero después de que el portero rozara la bola. Calleja salvó otro gol en una llegada en solitario de Arriaga, que vio como la portería iba empequeñeciendo a medida que se acercaba a ella. Nada más, salvo que en una de sus salidas en falso, Dani se llevó a Tariq por delante. La cosa no fue a mayores porque los porteros gozan de la bendición arbitral en estos lances.

EL PUERTO, MEJOR CON DIEZ

Comenzó la segunda parte con la sensación de que nadie había movido ficha en el vestuario y tan solo la expulsión de Hernández dejó a las claras las intenciones de uno y otro equipo. La ambición, por decir algo, del Real Jaén se evaporó después de una oportunidad malograda por Esparza y otra vez salvada por Calleja. Esto fue inmediatamente después de la segunda tarjeta a centrocampista del Puertollano y ahí se acabó el equipo que quiere disputarle el liderato al Cádiz. Ni un atisbo de querer ir a por la victoria a pesar de la superioridad en efectivos. Cero patatero.

 Y mientras, en un Puertollano en el que se hacía difícil buscar a alguien a quien salvar de la quema, defensa aparte, se empezó a ver una luz que nos aclaraba que a falta de juego, había coraje para sobreponerse a los momentos duros. Muy duros en ocasiones. Volvió Valdés al sitio de donde nunca debió salir, el césped, y únicamente con los saques a balón parado y cierto bullicio en banda derecha le sobró para provocar algún dolor de cabeza indeseado para la defensa jienense. También salió Gomis, más pausado que en Cádiz y con una característica de la que adolecieron sus compañeros en el centro del campo, fue capaz de darle el balón al que llevaba la camiseta del mismo color sin tener que rifarla. Tampoco intervino mucho, ni se complicó demasiado la vida pero no eludió ningún contacto y al menos no molestó. Que es mucho decir en los tiempos que corren.

 Y el Jaén fue castigado como se debe castigar siempre a los que buscan este tipo de fútbol que debería estar prohibido para menores de dieciocho y que muchos glorifican aunque quedara en evidencia en la última Eurocopa. Aquella donde ganaron los buenos. Hoy ganó el menos malo pero con las botas puestas y la frente muy alta. Difícil reprochar nada a un equipo que vence con diez jugadores y en el minuto noventa y cuatro. No me negarán que eso siempre nos pone.

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