UN EQUIPO PARA SOÑAR

El Puertollano da una lección ante el Melilla y se coloca en play off de ascenso



 Un acierto lo de la media jornada económica. Hay partidos por los que debe dar gusto pagar. Partidos como el de hoy, donde el equipo que quería hacer disfrutar al respetable se ha llevado el premio y el que buscaba provecho en errores rivales se fue de vacío. Ha ganado el fútbol y ha perdido el deslucido pragmatismo de un Melilla ultradefensivo. El fútbol lo propuso el equipo entrenado por Jacobo Maestre, al que ya es momento de ensalzar como se merece. Momento de enterrar dudas siniestras y de que le dejen de una vez trabajar. En un club que no pudo mantener a jugadores como Conget y Andrés Ramos porque tocaban rebajas , que comenzó con las miras ajustadas y ya luchan por la gloria. Hoy, los ex azules han estado desaparecidos, a tono con su equipo, que buscó las excusas finales en uno de los peores árbitros de la categoría, olvidando que habían recibido un baño de resultado corto.

 TARIQ Y VALDÉS

 Tampoco es malo ponerle un pero a la victoria. Lo haremos. El Puertollano ha ganado con un gol de falta directa y otro de penalti. Indicios de una falta alarmante de gol que sigue siendo el talón de Aquiles de este equipo. La dichosa “Tariqdependencia”. Parece claro, el gol en Puertollano se llama Tariq. Lo que no está tan claro es que Tariq sea únicamente gol. De hecho es mucho más, es un jugador formidable y difícil de calificar. Dicen por ahí que antes no metía tantos goles, que esto es casual. ¡Qué más da! ¿Cambiaría el partidazo de Tariq si no hubiese tirado él el penalti? Por supuesto que no. Es difícil buscarle algún defecto a su partido. Se ha convertido en el máximo goleador del equipo y a la vez en el mejor constructor de su juego. Y lo hace desde su posición de punta. Es Arquitecto y pone ladrillos. Un lujazo.

 Luego está Valdés. Al que un buen amigo mío y su grupete todavía discuten. No acierto a comprender el porqué, pues mi buen amigo sabe algo de esto. Seguramente sea una manía injustificada porque el partidazo de hoy y el del domingo pasado en Linares no son casuales sino que se han convertido en el pan nuestro de cada día. Además marca las faltas. Ya lo hizo en Granada pero en Puertollano no se veía un gol de falta directa casi desde Quico Rueda.
Pues bien, Tariq, Valdés y el resto se dieron cuenta desde el principio que el partido lo ganarían o lo perderían ellos mismos. Que la gloria o el fracaso dependían de su propio juego y que el rival buscaría la pedrea. Igual que el Linares pero con la lección aprendida. 
 
 LA MAQUINARIA AZUL

 Tras un fogonazo de Migui en forma de friqui en el minuto uno, el Puertollano puso en marcha la maquinaria de los partidos de casa. Es decir, la que funciona, la que no se gripa. Aunque a veces más que el primer tiempo de hoy parecía el tercer tiempo de Linares. Los locales entraban por bandas con facilidad, hilvanaban jugadas y llegaban hasta el área pero los servicios finales se perdían entre tropezones, malos remates o pasos cambiados. O eso o que ninguno de ellos tuvo a Tariq como destino. Por ahí se perdieron grandes jugadas de Valdés, Granada o una de Encinas que Maldini habría puesto en aquella maravillosa Parabólica de El Día Después. A veces las jugadas se iniciaban en la defensa y se finalizaban en el área rival, eso que parece tan fácil y casi nunca ocurre en la vida real. Buena culpa de ello también la ha tenido el mejor partido de la temporada de Raúl Medina, jugador que se antoja importante en esta segunda vuelta.

 Masticando aún el bocata, vimos como Valdés colaba el lanzamiento de falta. Tan pendiente estaba la barrera del posible trallazo de Tariq que olvidaron que había un calvo cerca con la mirilla ajustada. 

 SIN REACCIÓN DEL MELILLA

 Después de eso, el Melilla dio otro sustito. Fue Migui otra vez. Su duro disparo lo atajó Calleja rectificando ante el extraño del balón. Ahí empequeñeció el Melilla si es que alguna vez en el partido llegó a ser grande y ahí se agrandó Santana Ponce, un árbitro que no rehuye el protagonismo. Lo hizo todo mal. Decidió por decreto ley que todas las faltas fueran tarjetas amarillas y se perdió en temas absurdos errando en lo importante. No perjudicó al Melilla como dijo el entrenador en rueda de prensa. Simplemente él es así. Le birló un penalti como una casa al Puertollano y señaló uno menos claro (fue mano pero pareció involuntaria). El que señaló, lo marcó Tariq en lo que podríamos definir simple y llanamente como un “cebollazo”. 

 Con el partido decidido, cabreó más a los melillenses con una segunda tarjeta amarilla a Noel Alonso, que probablemente fuera justa, pero a todas luces innecesaria. Antes del final, Igor Cuesta también se fue a la caseta por agresión a Tariq y se acabó el partido que había muerto ya hacía quince minutos pero que tuvo setenta y cinco anteriores protagonizados por un equipo para soñar.

 
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